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David Arellano, un legado que cumple 112 años

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El próximo martes se conmemora un nuevo natalicio de la figura más importante del club, cuya obra revisamos en este perfil. (Foto: www.campeonesdeestampa.com)

Escritos, perfiles y biografías sobre David Arellano hay muchas y para todos los gustos. Podría incluso decirse que debe ser el jugador sobre el que más se sabe en la historia de Colo-Colo, pero no hay fanático del “Popular” que pueda cansarse de intentar saber más acerca de la persona que dio vida al club de sus amores, que se convertiría en el más ganador de Chile y que no se cansaría de rendirle honores.

Dos libros hablan y cuentan varios pasajes menos conocidos en la historia de David: “David Arellano Moraga, el deportista mártir”, escrito por su hermano, Alberto, que se puede ver en el Museo Albo, ubicado en el Estadio Monumental y “Por empuje y coraje”, de Sebastián Salinas que habla sobre la época amateur del club (1925-1933).

En este último se retrata a Arellano, primero desde un punto de vista personal y se entregan algunos datos no muy sabidos del ídolo Albo. En la obra, se expresa que el fundador del equipo “se cultivó leyendo, aprendió a tocar guitarra, piano, violín, componía canciones y se caracterizó por tener amplios conocimientos y gran sabiduría, dominando, por ejemplo, tres idiomas”.

En tanto, en el prólogo del libro escrito por Alberto Arellano, se da a conocer la gran característica del prócer del Cacique “encarnó el ideal del deportista: fue culto. Su sentido intelectual le indicó sus actuaciones, él supo unir los dos factores absolutos que son los únicos que pueden formar los grandes deportistas: el músculo y el cerebro”.

Indudablemente, David Arellano fue un revolucionario y su alto nivel intelectual fue clave en este aspecto. Tempranamente entendió que el fútbol, como se jugaba en Chile, estaba destinado a no llegar a ninguna parte. En el Campeonato Sudamericano de 1923 en Uruguay, no solo se dedicó a jugar, también miró los entrenamientos de los rivales, aprendió de tácticas y estableció contacto con el capitán charrúa José Nasazzi. Esa charla lo hizo entender que debía inculcar en su patria que los futbolistas merecían más respeto y que ellos eran los grandes protagonistas de la actividad. Volvió al país a tratar de traspasar sus conocimientos en su club, Magallanes, pero se encontró con la resistencia de los conservadores de aquella época. De ahí, la historia conocida, su salida del club y la fundación de nuestro Colo-Colo.

En lo futbolístico, quizás la mejor descripción que se ha hecho de David es la que hizo en su libro, Alberto Arellano: “de sobria y elegante acción: certero y temible en el shoot, hábil como pocos para organizar su línea de ataque y llevar el juego al campo del contrario; seguro y peligroso con la cabeza, maestro en el dribbling, en las combinaciones y en el pase matemático, el joven  David Arellano es uno de los más sólidos fundamentos de la esperanza de todos los que anhelan días muy próximos de resurgimiento para el foot-ball nacional”.

Como muchos de los grandes en la historia, David Arellano pasaría por este mundo por poco tiempo. A los 24 años, falleció en España, lejos de su tierra, producto de un golpe sufrido en una cancha de fútbol. Fue en un amistoso ante el Valladolid, un partido que no tenía pensado jugar, pero que en vistas de que ningún suplente llevó equipamiento, decidió disputarlo.

Fue un final triste, doloroso. Sus últimas palabras, según su hermano Alberto, fueron “adiós mamá”. Dejó un vacío grande, de eso no hay dudas, pero su legado permanece imborrable. ¡Simplemente, gracias por tanto David Arellano!

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